Corre que te pillo!

Esta es una secuencia de fotos que muestran “Una loca carrera por la vida” que creo, vale la pena ver… es una escena que se repite a diario en la naturaleza pero que pocos tenemos la oportunidad de ver.

Mientras me desempeñaba como conductor para un hotel en el Parque Nacional Torres del Paine, conocí a una familia de Zorros Culpeo, los que comencé a visitar día por medio, de 5:00 a 8:00 de la mañana, durante cuatro meses, esto me permitió observar escenas increíbles de la naturaleza salvaje y aprender mucho más a cerca del comportamiento de estos animales y su entorno. ​

Con el tiempo, me gane un espacio en su coto de caza que me permitía ver sus actividades, lamentablemente por la hora de estas visitas, la falta de luz era un condicionantes que la mayoría de las veces no me permitía buenos registros y muchas veces ninguno. Por suerte nuestra mente es capaz de almacenar imágenes aun en ausencia de luz y traerlas de vuelta cada vez que uno desea.

​Cuando vi a este grupo por primera vez, eran 2 adultos y 4 cachorros. Casi todas las mañanas recorrían un kilómetro en busca de liebres, nunca me acerque demasiado para no interrumpir su actividad, de hecho no tengo fotografías de la familia completa juntos, ya que sólo llevaba con migo mi viejo y fiel 55-300 montado en una Nikon D3100.

Esta secuencia la logre después de casi 4 meses, una vez que el grupo comenzó a cazar muy cerca de mí ignorando por completo mi presencia. Ese día fue muy emocionante, nunca me imaginé que los zorros podían alcanzar más de 50 kilómetros por hora en cortas distancias, pero las liebres no se entregaban fácilmente; de cada 5 carreras, en tres las liebres lograban escapar. Una vez que los adultos tenían éxito, los más felices eran los cachorros los que fueron difícil de fotografiar ya que se escondían mucho para comer. Pero cada día seguía intentando hasta que llego mi oportunidad de disparar y captar estas imágenes de acción.

Cuando vi salir a la liebre pensé que no tendría oportunidad, pero pasaron corriendo muy cerca y a escasos metros de mi posición, la atrapó, luego, la sujetó con su hocico y camino directo hacia mí como mostrando la presa que traía, según yo, para la foto! (jajaja) e increíblemente, se la comió ahí mismo, fui muy afortunado por eso y también porque el sol salió y la luz mejoro. Una mañana exitosa para los zorros y para mí por supuesto.

Tristemente, la historia no tuvo un final muy feliz para este grupo, pero es la ley de la vida y el ritmo de la naturaleza, donde existen presas y cazadores… dos semanas después, el Puma cazó a dos de los pequeños zorros, sólo uno logro escapar hasta un cerro, donde se refugió hasta que todo paso. La mañana siguiente los divisé a lo lejos ahora eran solo tres.

​Se fueron y no los volví a ver…